Mi semblante aquel día era tremendamente serio, lo reconozco, no quise andarme con tonterías. Quería cumplir mi sueño. Y no me refiero a hacer realidad algo que me moría de ganas de hacer, no.
Tres noches seguidas soñando con lo mismo, eso quería decir algo.
El sueño era simple, pero me ocupaba toda la noche. Aparecía yo, caminando con una brújula hacía el este, atravesando toda la sierra hasta llegar cerca de el faro y de ahí al corte del barranco, el mar estaba revuelto. Estaba amaneciendo.
Y de repente...