viernes, 13 de febrero de 2009

¿Verdad?


Serian, las 10 de la noche poco más o menos. Era primavera, y los turistas ingleses aun no habían empezado a invadir las calles. Y aun no comprendo porqué, hacia mejor temperatura que en verano, y hay muchas menos aglomeraciones... El caso es que llegué con los patines al parque de skate, y ya de lejos oía como se deslizaba su monopatín por la U.


Me quedé quieta en la entrada, esperando a que me viera, pero no lo hizo. Pensé que estaría demasiado concentrado en algún movimiento nuevo como para darse cuenta que le miraba fijamente, sin poder apartar la vista hacia cualquier otro lado.


Silbé.


Y como si de un perro cuando oye un silbato se tratara, y sin tener que mirar a su alrededor, me vio. Esperé a que hiciera algo para ir hacia él. Siempre lo hacia.


Cogió carrendilla, salió disparado hacia arriba, he hizo un mortal en el aire, que le quedó limpio, limpio... Parece que lo esté diciendo como si no fuera nada, como si no conllevara ningún peligro ni dificultad, pero todo lo contrario. Solo que yo estaba más que acostumbrada a verlo así.


Frenó en seco y fui lenta hasta la barandilla donde cada noche nos sentábamos.


- Te ha quedado bastante bien el salto -No me dio ningún beso, ni abrazo ni nada, pero tampoco me importaba-


- ¿Bastante dices? ¡Me ha quedado como a ti no te quedará en tu vida niña!




Aquí si. Cuando me dijo eso no le miré, pero sabía perfectamente que estaba mirándome, que estaba sonriendo. Y como lo sabía. Pasados unos segundos y me giré, nos acercamos, y sentí un cosquilleo en el estómago que subió hasta formar parte de un nudo en mi garganta, que después de tanto tiempo juntos, aun sentía como si fuera la primera vez. Me besó, y noté como me tocaba el cuello... No tenía las manos frías, pero le temblaban suavemente.


La verdad que no me di cuenta, pero cuando dejé de besarle estábamos como más juntos, mas acurrucados, y los ojos fijados el uno en el otro. Miré un poco hacia arriba. El parque estaba alejado de el centro de la ciudad, y las calles mas cercanas apenas estaban iluminadas por unas farolas antiquísimas, más de la mitad estaban o bien rotas, o bien fundidas.


Dio la casualidad que esa noche estaba el cielo más estrellado que de costumbre (o me lo parecía a mi), así que me saqué los patines y me puse las Converse verdes, le robé el monopatín y crucé la pista de skate hasta una pista no muy grande de fútbol que estaba justo al lado. Me puse en el centro, dejé el mono en el suelo y me apoyé en él como si fuera un cojín, y aquella pista fuera un colchón estupendo, allí acostada esperé a que llegara y que se pusiera a mi lado.


No se extrañó de que hiciera esto, me conoce como nadie, y estas cosas son muy normales en mí.


No tardó mucho en venir con mis patines y acostarse a mi lado.


- Creo que no había visto un cielo tan brillante en mi vida -Dije-


- Ni yo...


(Suspiré)


- Parece como si todas las estrellas estuvieran viéndonos, igual que nosotros a ellas, ¿Verdad? -Dijo él, convencidísimo-


- Sí, es verdad...