sábado, 26 de noviembre de 2011

Por Daniel Díaz

Descolgó la voz de un hombre:
- Bienvenido a la Iglesia de la Cienciología, ¿en qué puedo ayudarle?
- Eh… ¿Laura? – pregunté extrañado.
- No. Mi nombre es Carlos y ha llamado usted a la Iglesia de la Cienciología, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¿Pero qué broma es esta? – le chillé al teléfono.
Entonces Carlos trató de tranquilizarme. He de reconocer que aquel tipo sabía lo que se hacía. Me habló de su Iglesia y de Tom Cruise. A mí me gustan las pelis de Tom Cruise, así que no le costó gran cosa convencerme.
Tras más de una hora de charla colgué.
De Laura, ni rastro; pero ahora soy cienciólogo.